martes, agosto 31, 2004

El amor en tiempos de cólera. III

Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.



Y sucedio... la carta haboa sido contestada. Rafael Cervantes, como siempre se encontraba pensando en Alejandra Daiza, tan profundamente que por poco la veria, sentada, sola en el parquecito del pueblo, nunca supo si el se habia dado cuenta de esta vision demasiado tarde o muy temprano ya que ella tenia la mirada perdida entre los almendros, se notaba nerviosa. Cuando Rafael se dio cuenta que tenia que hacer algo, sintio un bajón en el estómago y supo que deberia acercarse, ella no se encontraba sola sin ninguna razon, el sabia que tenia la carta, que era el dia que con tantas ganas, con tantas noches sin dormir, sin tantos dias sin comer habia esperado, titubeando, avanzando torpemente por el parque solo con ella en la mente, por fin habia llegado, tantas cartas memorizadas completamente, tantos poemas aprendidos no le iban a servir en esos momentos ya que sinceramente el podria haberlo hecho mejor:
-Señorita, esta ocupado ese lugar- dijo Rafael con la voz temblorosa.
-Si, claro- contesto ella con una frialdad suprema.
-Y.... bonita mañana supongo....
-Si muy bonita. -Suspiro ella con gran indiferencia.
-No tendra de casualidad una carta que entregar hoy?.
-Si asi es parece que se han retrasado a la cita. -dijo ella y Rafael hubiera jurado que una sonrisa fugaz cruzo su hermoso rostro.
-Pero supongo que no tardara en llegar.
-Lo siento tengo que irme señor, le ruego que entregue esta carta por mi. -Dijo ella mientras se levantaba.
-No hay problema. -No supo si lo penso o lo habi a dicho porque volvia a sentir el bajon en el estomago mientras ella se alejaba como si no le interesara otra cosa en el mundo mas que ella.

Pero Rafael Cervantes estaba equivocado, desde Alejandra recibio las cartas, poco a poco, sin querer comenzaba a pensar en el, y eso la enfurecia, el simple hecho de que ese muchacho escualido y sin porte llamara tanto su atencion la hacia enojar. Sin darse cuenta, llego a esperar con tantas ansias el dia que entregaria la carta tanto como Rafael y llego a pensar con tantas ganas en el que ella misma se asustaba, y simplemente se preguntaba que veia en el, porque llamaba tanto su atencion, estaria enamorandose de tal hombre. -No creo, murmuraba, pero asi era, aunque ella no lo quisiera estaba enamorandose...

Sintiendose cada vez mas y mas enojada con ella misma por haber caido en los brazos de tal joven, al mismo tiempo se sentia feliz y extraña, nunca le habia pasado tal cosa,esperaba la respuesta de la carta de dia y de noche, aunque al fin y al cabo no tuvo que esperar tanto como lo habia hecho Rafael Cervantes y eso la hizo sentir entre culpable y orgullosa por tenerlo a raya.

En fin, Rafael leyo tres veces la carta, de manera pausada, disfrutado cada frase, cada letra, cada renglon, la carta era corta, pero su larga espera habia dado frutos, cada lina de la carta lo hiciero caer un un gran estupor, estaba perdidamente enamorado, sus noches de sufrimiento habian acabado, el habia logrado encontrar su alma gemela, bueno eso creia el.
No pasaron muchos dias, el ya estaba escribiendo la contestacion a la carta de su amada, tambien el fue breve a su gusto aunque en ella decia muchas cosas que en esos momentos sentia, cuanto pensaba en ella, cuanto queria estar con ella.

Cuando estuvo lista volvio al parquecito para ver si la encontraba, pero al primer dia no la hallo, al segundo dia volvio y si la encontro, pero ella no lo tomo en cuenta, paso cerca de el sin nisiquiera voltearlo a ver, ya que iba en compañia de su tia. Al tercer dia ya algo angustiado por no poder darle la contestacion la volvio a encontrar sola, pero en su mirada habia algo raro, no eran nervios de que lo estaba esperando a el sino unos nervios peligrosos, como si estuviera esperando algo malo, Rafael se dio cuenta de esto y no fue a su encuentro inmediatamente, sino que espero, y comenzo a buscar y a buscar con la mirada, incesantemente, pero no veia nada que valiera la pena ver, ni a nadie que valiera mirar, entonces se dio cuenta de que porque ella estaba asi, en la parte de atras del parquecito, habia un bar, un bar viejo y desmantelado pero seguia siendo un bar, ahi estaba el Alfredo Daiza, impasible, tomando whisky con sus amigos de parranda, a veces le dirigia miradas discretas a Alejandra, para ver que estaba haciendo y Rafael se dio cuenta de que no podia hacer un acercamiento frontal, penso y por fin se le habia ocurrido un plan.

Alejandra Daiza no podia estar sola en el parquecito, por lo tanto su tia deberia estar cerca. Y asi era, su tia no se dejaba ver con facilidad pero ahi estaba, recluida y sola, esperando, esperando a Rafael con la respuesta de la carta, camino despacio, tratando de alejarse lo mas posible de Alejandra para pasar desapercibido a los ojos de Alfredo, y si lo habia logrado, la tia estaba cerca de una tienda de abarrotes, y al momento de ver a Rafael, le dijo con la mirada que entraran, el entendio y fue atras de ella, tratando de actuar lo mas normal posible.
Entro en la tienda, la tia estaba de espaldas, el se puso a su lado a contemplar los aparadores llenos de frutas que ya no estaban nada bien, la tia le susurro:
-Tienes la carta.
-Si aqui esta.
-Gracias, la tomare.
-Digale porfavor cuanto pienso en ella y que quisiera una rspuesta lo mas rapido posible.
-La respuesta la tendras cuando este lista, recogela en el arbol central del parque.
-Como? no entiendo.
-Ya lo veras.
La tia se dio la vuelta y se fue como si nada. Esto, para que Alfredo Daiza sospechara nada, porque tenia en mente que el raro comportamiento de su hija no era producto mas que de un hombre sinverguenza que la estaba enamorando a sus espaldas, era por eso que estaba en el bar mientras Alejandra salia a tomar el fresco.








No hay tiempo... ya luego la continuo jajaj....